Esa noche comprendí
como deben de sentirse los personajes de las películas de Almodóvar. Estaba
atrapado en las redes de la lujuria de un personaje que parecía extraído de una
mezcla entre película de terror y comedia. Y el lugar y sus personajes
no parecían ser menos irreales que Dennis, pero no por ello dejaban de ser
terriblemente reales y peligrosos.
La Salida
En ese momento de
desesperación vi a lo lejos al pequeño Leo. Fui hacía él y le conté lo que
sucedía y le pedí ayuda para salir. Me miró y me dijo que Dennis solía hacer
eso y que siempre traía gente que venía a “panudearse” de ser médicos, abogados
y más, pero que al final solo venían, engañaban y les salía el tipo por la
culata al ser engañados por Dennis. Le dije que yo no mentía, que no tenía
porque hacerlo y me volvió a preguntar si yo realmente era psicólogo y le dije
que sí. Leo me miró fijamente a los ojos y me dijo “Te ayudaré a salir, pero si
me estas mintiendo te buscaré y lo pagarás”. Le prometí que yo mismo lo
buscaría para agradecerle y seguir conversando. No dijo nada mas, solo comenzó
a caminar y me dijo “sígueme”.
Mientras Leo caminaba,
todos le miraban en silencio y nadie intentaba siquiera acercarse. Me acerqué a
Pepe y después de reanimarlo lo uní a la marcha. Sin desviar la mirada, Leo nos llevó hacia el
riachuelo de desagüe. Al llegar ahí comenzamos a cruzar la madera que nos llevaría al otro lado del desagüe. Mis piernas temblaban ligeramente por el temor a perder el equilibrio y caer en el oloroso y desagradable río. Sin embargo logré cruzarlo con exito. Desgraciadamente Pepe no tuvo la misma suerte pues cayó dentro del mismo y tuvimos que ayudarlo a salir. El
pobre gordito borrachín apestaba a los mil infiernos pero tuve que dejarme de
ascos pues debíamos salir de Belén.
Leo nos llevó hacia un motocarista que estaba
parado cerca y le dijo que nos condujera hasta la plaza de armas y que se
asegure que lleguemos bien.Antes de luchar contra
mi olfato al tener que subir al reducido espacio del motocarra volteé a darle
una mirada de despedida a nuestro pequeño salvador. Leo no nos miraba, sus ojos
tenían cierto aire a desesperanza, a estar acostumbrado a ser usado y olvidado.
El sueño de Leo
Al día siguiente y muy
temprano bajé a Belén. No fue difícil ubicarlo. Todos lo conocían y lo ubiqué
en la peluquería de una chica trans de la zona. Cuando Leo me vio frente a él me
abrazó con mucha fuerza pues imaginó que realmente no iba a regresar a buscarlo.
Esa tarde nos fuimos a almorzar a una pollería ubicada cerca a la plaza de
armas y hablamos de su situación. Leo siempre soñaba con ser como las modelos
que veía en la tele y bailar y ser feliz siendo como siempre había soñado ser.
Pero temía la reacción de su familia y de la gente. Conversamos mucho y creo
que más que un consejo, Leo necesitaba ser escuchado y recibir otras miradas
diferentes a las que ya conocía de su entorno.
Al acabar de almorzar
nos fuimos al bellisisimo malecón de Iquitos y nos tomamos una foto, la misma
que aun tengo guardada como recordatorio de que en todos lados podemos
encontrar almas buenas y pequeños héroes. Cuando nos despedimos. Leo se fue con
un cuartito de pollo adicional para su mamá y muy contento de saber que siempre
se podía confiar en los extraños. Lección tomada por ambos lados.
Pasaron muchos años
para regresar a Iquitos y cuando volví ya no lo encontré pues me dijeron que
había viajado. Y volví a ir en diferentes años a Iquitos y siempre me
preguntaba que habría sido de Leo.
Una estrella
Años después, visitando iquitos, me encontraba en la extinta discoteca Asia y se me acercó una chica
bellísima. Me miró y me abrazó muy fuerte y me di cuenta de que era Leo. Había
hecho su sueño realidad y no sólo era bellísima sino que estaba feliz. Y me
dijo que todo ese tiempo había estado viajando y trabajando en su cambio de
sexo y que ahora hacia shows a veces y hasta modelaba. Me abrazó muy fuerte y
me dijo muy despacito al oído “gracias” y yo le dije “gracias a ti por ayudarme
aquella vez”. Nos sonreímos llenos de emoción contenida y nos despedimos pues
debía irse ya que estaba con un grupo de amigos.
Y esa noche me di
cuenta de que todo lo que se sueña puede hacerse posible, y en el camino
siempre habrán piedras, inseguridades y miedo al rechazo y a la soledad, que las cosas pueden parecer imposibles y hasta causar dolor pensar en ellas como inalcanzables, pero que si seguimos soñando y deseando y caminando hacia sueño, nada es imposible. Gracias
princesita de Belén por la enorme lección y sigue creando y cumpliendo tus sueños. Sigue creandote a ti misma y creando a esa persona que siempre has sido pero que estaba guardada en tu interior. Y como bien decía la Agrado en su famoso monologo en la maravillosa “todo sobre mi madre”:
Uno es mas autentico
cuanto más se parece a lo que ha soñado de sí mismo.